El fin de los ejercicios espirituales: esforzarse en ordenar la propia vida según el proyecto de Dios. Y éste es el modo de proceder. San Ignacio recomienda sobre todo hacer los Ejercicios Espirituales en lugar distinto del propio ambiente habitual. Por esto se recomienda asistir a una casa de ejercicios organizada para acoger esa concentración, ese desierto tambien exterior, ese silencio que facilita la acción de la gracia en nosotros.
Se empieza con una consideración esencial (que San Ignacio llama "Principio y fundamento"): ¿a qué fin nos ha creado Dios? La razón, iluminada por la Fe, da la respuesta: el hombre ha sido creado por Dios y para Dios. Todas las cosas están a disposición del hombre para ayudarle a alcanzar este fin. Por ello debe utilizarlas de manera razonable. Así pues tenemos que alcanzar libertad de espíritu y un perfecto control de nuestros instintos, mediante lo que Ignacio llama "indiferencia", que no se trata de "apatía", sino de autocontrol y equilibrio espiritual.
Establecido esto, Ignacio pasa a los Ejercicios propiamente dichos, que divide en cuatro semanas, que corresponden a los temas tratados, y no tanto al número de días.
Se trata pues de cuatro etapas, que se pueden recordar fácilmente con cuatro expresiones tradicionales latinas, que aluden a la finalidad de cada una de ellas.
Primera Semana (etapa): "Deformata reformare", esto es, eliminar del alma las deformidades causadas por el pecado). Es un modo de conocernos a nosotros mismos y el grave desorden introducido por el pecado en nuestra vida, además del peligro de condenación a que nos expone. Para no caer en el desánimo, Ignacio nos invita a contemplar la figura del Salvador Crucificado, muerto para salvarnos de la muerte eterna.
Segunda Semana (etapa): "Reformata conformare". Se nos invita a revestirnos de Cristo y a armarnos con su armadura. El hombre "reformado" debe "conformarse" a Cristo: pobre como él; ardiente de amor por el Padre y los hermanos. Es el momento de la "reforma" o de la elección del estado de vida: ¿cómo yo en concreto he de seguir a Cristo?
Tercera Semana (etapa): "Conformata confirmare". Esto es, consolidar los propósitos de adhesión a Cristo, mediante la contemplación de Aquél que fue obediente hasta su muerte en la cruz. El grito del Hijo: "Padre, si se puede hacer, pase de mí este cáliz", debe recordarnos automáticamente la segunda parte de la súplica: "Con todo, no se haga mi voluntad, sino la tuya". En esta etapa confirmamos las decisiones adoptadas.
Cuarta semana (etapa): "Confirmata transformare". "Yo no muero: entro en la vida", escribió Sta. Teresa de Lisieux poco antes de morir. De hecho la Iglesia canta: "Vita mutatur, non tollitur", esto es: "la muerte no arrebata la vida, la transforma". La muerte de Jesús en la cruz coincide con el inicio del Cristianismo. "Quien pierde la propia vida por mí, la encontrará", dice Jesús en el Evangelio. Y la vida del Resucitado es la esperanza de quien hace los Ejercicios en esta etapa final.
Como conclusión de los Ejercicios San Ignacio propone una maravillosa contemplación para alcanzar el Amor puro de Dios (llamada "contemplatio ad amorem"). ¡El pensamiento se vuelve a la Creación y a la Redención, para descubrir cómo y cuánto nos ama Dios! Y el alma permanece con un único deseo que se expresa en la oración:"Señor,... dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".
Lugar: 340 W 53th Street - New York, NY 10019 Tel. 212-586-4447
Fecha: Enero 12 y 13 (empezando el viernes 11 por la tarde)
Costo: $ 90.00